Con Sangre de Hermanos narra la historia política reciente (1970’s – 1997) más que una serie hechos que se pueden verificar o no, una lectura medianamente profunda de este texto nos posibilita derivar una reflexión mucho más interesante que la de un inventario de culpas. Más que una crítica de orden ideológica, el autor proporciona interrogantes sobre el espíritu humano, el autoritarismo, el fanatismo, la represión, las aspiraciones de un pueblo cuyo cronotopo es la Nicaragua revolucionaria. Este breve trabajo destacará algunos pormenores técnicos en la forma de este relato y hará una reflexión sobre la personalidad autoritaria.

Una prosa construida con lenguaje llano y un tanto coloquial, intenta aparentar candidez pero a nivel connotativo y en frecuentes reflexiones se muestra penetrante y capaz de tratar en forma oportuna una realidad grisácea sin simplificaciones maniqueas que solamente insultan la inteligencia. A pesar de la oscuridad y dureza explícita con que el narrador trata al FSLN, en la siguiente cita metonímica él mismo deja en claro lo que considera como verdaderas convicciones de izquierda:

…cuando le dijeron que reconociera que sólo había sido un exabrupto, locuras de borracho; se levantó de su asiento y pidió su renuncia. A la semana siguiente fue expulsado del partido y fue dado de baja en vigilancia estricta. Tiempo después anotó en su cuaderno que, aun con todo lo sucedido, el seguía considerándose sandinista. Y lo hizo constar en acta. (Aguirre, 2002: 235)

            Esta última oración muestra la ironización de los leitmotifs de una época caracterizada por la verborrea abanderizada. Me pregunto que si la baja que le dieron a Gerardo fue deshonrosa.

El discurso narrativo es polifónico aunque se acusa a sí mismo de fragmentario, no lo considero así. Existe demasiada cohesión textual y siempre es bastante fácil determinar los tiempos en que se está narrando, las transiciones cronológicas son bastante claras y no se prestan a la confusión que prevalece dentro de lo que se podría considerar como fragmentario.

La polifonía consiste en la existencia de tres narradores: un narrador-protagonista (Gerardo) un documentalista anónimo que se desempeña como narrador semi-omnisciente y un narrador implícito que aparece de documentos oficiales cuya función intertextual dotan de voz a una antropomorfización del Estado cuya faz muta a través del tiempo sin nunca renunciar a su naturaleza autoritaria.

En ambos textos oficiales está implicado Gregorio, el primero lo redacta y el otro es su declaración indagatoria. La forma de los textos se transforma como lo hace el Estado: el primero es de índole militar y el segundo es civilista. Asimismo ilustran el cambio en la situación de Goyo, en el primero él es un poderoso espía y en el segundo un delincuente, poco más que común. El primer texto es bastante grave; el segundo, gracioso.

La analepsis más remota llega hasta la infancia de Gerardo en donde él en una edad de temprana infancia recuerda su vocación militar por la influencia de un tío guerrillero y las series norteamericanas de TV en donde aparecían héroes de las Fuerzas Aliadas.

Las prolepsis más avanzadas llegaron hasta lo que en la novela se considera contemporáneo (la segunda mitad de los 1990’s). La elipsis más notable inicia al principio de la obra y concluye a su final con el encarcelamiento de Gregorio Suárez luego que éste intentase infructuosamente de asesinar a Arnoldo Alemán durante su toma de posesión. En este incidente cabe destacar otro pasaje metonímico:

…se recuerda a él mismo aconsejando a sus superiores, hablándoles del presentimiento funesto que le provocó desde el comienzo el vertiginoso ascenso político de aquel abogaducho gordo de típica estirpe somocista. Al reflexionar sobre eso no puede evitar pensar en el chino Fujimori, presidente autoritario de Perú, y en la idea que alguna vez escuchó mencionar en la radio, algo así como un nuevo concepto social latinoamericano eventualmente denominado “autoritarismo civil”. (Aguirre, 2002: 265)

El valor metonímico de la cita anterior así como la que se hizo previamente reside en sus operadores semánticos. Notemos el uso del término “autoritarismo civil” o su forma más usual en nuestro sociolecto nacional contemporáneo: “dictadura civil”. En la cita previa, en donde se aborda la expulsión de Gerardo Soto, “él seguía considerándose sandinista” es un fraseologismo común en la disidencia del FSLN de la actualidad. Esta frase es especialmente usual en el propio líder de esta importante  tendencia nueva de la izquierda nica.

Otro elemento elíptico en la novela es constituido por la personaje Nelly, quién así como Gerardo y Gregorio fue agente de la Seguridad del Estado. Nelly como agente estaba obligada a tener relaciones sexuales con un sacerdote que luego fue puesto en medio de la calle, como parte de una trama para revelar sus andanzas y de paso desprestigiar a la iglesia católica. Nelly era reacia a su trabajo de campo, y luego cuando Gregorio es atrapado por la policía ella también es cateada en el apartamento de Goyo, terminando así con el matrimonio de ella y con un amorío que sostuvo con Gregorio durante décadas.

Los espacios topográficos en la novela abarcan en su mayoría espacios abiertos, algunos más abiertos que otros; por ejemplo la montaña en comparación con la ciudad. Los períodos cronológicos tienen una división bastante nítida en la obra y son tres: el periodo pre-insurreccional e insurreccional, la década de los ochenta y finalmente el periodo de doña Violeta Chamorro hasta la toma de posesión de Alemán.

La primera época es una de inocencia y de autorreconocimiento tanto de los personajes como del conciente colectivo, que se muestra como personaje a lo largo de la obra. La segunda una de traiciones, homicidios, la pérdida de la inocencia y la de la corrupción de quienes antes habían sido liberadores desinteresados. La última época es triste y coincide con la vejez relativa de Gerardo y Gregorio.

Hasta que de pronto, una voz valiente de mujer gritó: ¡Abajo la dictadura! Todos quedamos en suspenso unos instantes. Yo me volví hacia donde había surgido el grito. Era mi madre. (Aguirre, 2002: 50)

El pasaje anterior va de lo político a lo simbólico y hace una distinción entre el temor y la cobardía. Los ciudadanos no se expresaban por temor a la represión de la temida GN, y Somoza censuraba, no sólo a los periódicos, por cobardía. El acto cobarde de la censura de repente se enfrenta a una madre, la patria, que se acompaña de su(s) hijo(s).

 

En esta primera época de inocencia es notable, la inexperiencia y la primera percepción de este vicio histórico que en la siguiente década mostrará su cualidad cíclica; aparecerá en un mundo nuevo en donde lo único que cambió fue la bandera política y el PIB.

Si la ideología ha mudado y sin embargo los viejos vicios persisten, es de considerar que el problema nunca fue ideológico. Según Fromm el autoritarismo nace una tendencia sádica por controlar a otros (masoquistas y conformistas) cuya necesidad de ser controlados reside en la incertidumbre la vida independiente. Tanto el sádico como el masoquista son codependientes, y sus conductas emanan de una profunda desesperación y aversión hacia sí mismos.

Una imagen particularmente ilustrativa es la relación fundamental entre el hombre y la libertad la ofrece el mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso (…) Hay paz y no existe la necesidad de trabajar; tampoco la de elegir entre alternativas; no hay libertad ni tampoco pensamiento. (Fromm, 1947: 51)

            La época actual es narrada como una de desempleo y pobreza generalizada, los personajes carecen de los roles preponderantes que ocuparon durante los ochenta en la sociedad, y las descripciones lamentan lo que pasó al país con la ironía que se protesta una sociedad con libre expresión que sin embargo no es libre.

La democracia en la que el Cristo Popular quiere ser castrado por un obeso Cardenal con cabeza de topo y cerebro de boxeador, que se sienta en su trono los domingos frente a las cámaras de TV como un orangután gruñón que hace la siesta y observa con hostilidad a los curiosos. (Aguirre, 2002: 280)

…nos sentimos orgullosos de que el hombre, en el desarrollo de su vida, se haya liberado de las trabas de las autoridades externas que le indicaban lo que debía hacer o dejar de hacer, olvidando de ese modo la importancia de las autoridades anónimas como la opinión pública y el <<sentido común>>, tan poderosas a causa de nuestra profunda disposición a ajustarnos a los requerimientos de todo el mundo, y de nuestro no menos profundo terror de parecer distintos a los demás.(Fromm, 1947: 115)

            Las masas se conforman a los designios de unos pocos egoístas que alimentan ansias proporcionales a su propia inseguridad y falta de amor propio. Esto no es ideológico, esto es un problema de orden emocional. Una ideología puede ser la más altruista jamás ideada, pero si sus embajadores no han podido superar un sentimiento infantil de profunda inadecuación, los valores ideológicos jamás podrán ser implementados.

Asimismo en el enajenamiento, sea este ideológico, nacionalista o de consumo el individuo corre apresuradamente para hacerse a sí mismo, a la medida de lo que dice la autoridad o la idea dominante. En las sociedades de consumo vemos cómo los adolescentes derivan su identidad a partir de un género musical, esta preferencia determina sus valores, su habla, su vestimenta y a veces el lugar que éstos ocuparán en las relaciones de trabajo.

En el caso de los ochenta, habían distintas organizaciones en donde el nicaragüense podía encontrar un lugar para sí mismo: CDS, juventud sandinista, los niños sandinistas, los talleres del ministerio de cultura, etc. Todas ellas orientadas a encontrar el lugar del individuo dentro del colectivo.

Con Sangre de Hermanos es una obra que muestra una Nicaragua que se intentó borrar de la faz de la tierra y que sus debilidades fueron primordiales para la consolidación casi total de esos propósitos. Sin embargo, vista desde los ojos de dos hombres comunes y corrientes que siendo en gran medida inocentes sufrieron a manos de la autoridad, que primero les robó la juventud y la inocencia y luego los descartó.

La obra tiene una forma poco convencional e interesante y en el plano del contenido además de la reflexión hecha en este ensayo, se detalla una época histórica que careció del escrutinio del sector público y por ello es misteriosa. Más aún para mi generación y las que vendrán.