El Lobo

Cuando sobre sus patas camina,
recoge la mesa con sus brazos de mantis;
la mesa donde sacrificamos,
y a la misma vez destazamos,
sin ofrecer resistencia, el cordero.
¡No se le puede pedir mucho a un can
que no toma su parte de la cacería!
De cánones no, ni de buenas maneras,
sus garras entran como sondas blancas
para disipar la luz en tus ojos amarillos.
¡No lo maten!
Mi lobo es un ángel.
Cuando tensado a la correa salimos al bosque
y mea culpa devora,
con toda y su ropita, a la niña perdida.