Nací en el trópico soy frutal sin estaciones
Me averano a pura voluntad de mis sentidos.
El cuerpo se me llena con olor a mandarina.
Presiento en cada pecho un sabor distinto:
el derecho es maracuyá
y el izquierdo
un leve recuerdo a carambola
en los brazos y sobre todo en las axilas
se me refugia un aroma a mango trasnochado.
En la curva de las nalgas queda un resabio a guanábana madura.
La papaya se me afinca en la redonda suavidad del vientre.
Por los muslos me sube presurosa la presencia indiscutida del caimito
y remata en el punto exacto de mi sexo
donde presiento que convergen todos los sabores
Pero es solo en los atardeceres de mar
con el sonido de las caracolas
donde recobro la fiesta frutal de mi presencia.