Herejía Profecía

En una noche se conjuraron lo oculto en el lado oscuro la luz de Mefistófeles y los secretos de los negros corazones de los sacerdotes herejes, su histórica y maquiavélica herencia en el profano hombre.

Había pasado la época de la dictaduras y revoluciones en la eclíptica vida del elegido que abandonado el éxito se preparó para descifrar la maldita profecía de la consagrada  “sociedad secreta de Nicaragua”.— me comenzó interpelando la apología del asunto en cuestión y de inmediato me agregó. Se filtró en las noches de placer de sus enemigos, en los novilunios de anatemas, fiestas maléficas e adoración a Fausto, paso por muchos soles, sacrificios, plenilunios de concupiscencia, sinceridad, borrasca, mentira y muerte.

Para todo estaba preparado el iluminado que vago por regiones lejanas y pobladas de demonios. Errante por latitudes en donde se desconoce la conciencia y el análisis, y el corazón sincero en un arma y en un pensamiento existencial.

Luchó con la palabra metafísica de la cultura hecha herejía en el arte y las letras.
Soñó primaveras, música, cuentos, cantos, novelas, pintura, cielo, mar y flor.

Hasta mover los cimientos ascendentes del ídolo de gleba, hierro, bronce y oro, que atribulaban el talento, creación, sabiduría e imaginación de los artistas muertos.

Anduvo vagando por el hemisferio del horizonte espiritual de los santos guerreros, que le ayudaron a combatir principados, gobernantes y huestes sin autoridad, en las regiones celestiales de los ahora proscritos de la maligna espiritualidad y sus disparatados dogmas de carne y sangre. Y en su transfigurado pecho quedó calcinada la apostasía, ofensa, insulto, injuria y el agravio, que por años venían soportando los dos grandes poetas, en el cuento parisiense de Rubén Darío García Sarmiento, pájaro azul.— Me terminó diciendo la voz que abarcaba todas las voces, en el patio de la casa de los ángeles, en donde todo sucedido en realidad.

Cuando la vorágine pasó. En el alambre en donde se pone a secar la ropa lavada, un insecto de abdomen largo y delgado con dos alas largas y estrechas se colgó en el hilo y moviendo sus delicados abanicos en sus colores mire a la virgen Mexicana. Yo me quedé asombrado, satisfecho y desahogado en aquella inolvidable defensa de mi espíritu a favor de la verdad.

Redimido miré el final del ridículo mal parido de los malditos de siempre. Y por largo rato me quede mirando la esférica y espacial noche con su metálico zafiro. Y cuando estuve libre de todo aquel éxtasis del misterio de los ángeles de Yavé de los ejércitos me quede dormido en la onírica habitación del gloriosos hacedor de sueños de la humanidad.