Recogido en el placer volátil, etéreo y fantástico del momento que te conlleva a sangrar la sangre derramada a reabrir las viejas y nuevas heridas que le provocan nostalgia, alegría añoranza, o que se yo. Despertó en el sueño en un lugar o plano superior, lo paralelo sobre el nivel de la conciencia, en donde el ángel elegido es una memoria ¿RAM?, ¿REM? De computadora.

Llanuras de oropel, paramos de terciopelo, montañas escarpadas por el edredón de vidrio y una casa llena de imágenes calidoscópicas en donde todo es posible si tenés el boleto de certeza y convicción para poder viajar en tren de la Fe-teatral.

El tiempo es un iceberg en forma de ancora que lo atrapa en donde solamente él sabe sin saberlo como romper y desprenderse de los ceros centígrados o congelarse por la eternidad.

Piedras, visiones, revelaciones y misterios se suceden en un vasto mar de silencio, ininteligible, paralelepípedo, claro, amorfo e inodoro. El arcángel Miguel lo llena y el Arcángel Gabriel lo aturde y sosiega a la vez. Las fotos en movimientos y las vivas esculturas de gases y no sé qué más. Lo libran y lo atrapan, hasta que los santos lo despiertan en otro nivel del sueño en desdoblamiento que raya la verdad hecha mentira en el espíritu de Nicaragua.

En esas esferas o mundos desconocidos, descubre con horror, sopesa con temor y delibera con paciencia el bien y el mal, la vida y la muerte que también existe en este lugar.

Se abre el sacro telón mayor, y la escenografía y personajes abstractos, estériles, naturaleza muerte que explica el origen, las causas, el karma o algo así, es el secreto oculto un día, nueve, nueve, uno-nueve, y que ha permanecido por dos-cinco años en las tinieblas de los pobres y los espíritus gobernantes, principados huestes de la sociedad, en aquella montaña de flor y almidón que en sus entrañas oculta el antro de perdición y engaño, ese es el lugar donde se inició la tragicomedia histórica del drama celeste. Los ángeles le señalan el lugar en el escenario y luego los nueve poderes de la bestia representados por habitaciones van siendo destruidos por  los mismos ángeles de la muerte y difusión. Mostrados y fotografiados con simplicidad supra-natural, a la par de todo esto tetraguasupe o Guadalupe con sus nueve letras apaga las nueve de Nicaragua. Y de nicaragüense Fátima. Los  ángeles y los santos los iluminan y enseña y muestran el carro de fuego de Yavé-Dios de los ejércitos, y otras inefables, y reales.

El rugido del león (demonio) se escucha como estruendo volcánico que hacer temblar la tarima de arena, mientras a lo lejos los seres de luz saludan al pájaro flechero o personaje irreal que simboliza su alter-ego al cual lo embarga la emoción el paroxismo y el éxtasis por la ignorada experiencia.

De espaldas al público y embriagado por el ensordecedor aparece el antagonismo hecho demonio que le apunta con el arma letal y dispara su odio cobarde que no sabe matar de frente, por no poseer el secreto del sagrado corazón de Jesús, luego con su nombre hecho jirones los ángeles lo llenan de valor y mayor confusión. Se escuchó el estruendo en todo el teatro-bicolor y dos plantas y nadie escucho en el barrio.

Sentado ahora en el umbral de la puerta de hierro, se desvanece y un ángel se apresura a detener su testa, “el ángel, otra vez el ángel de memoria REM lo libra y lo protege de todo mal.

Incorporado en el crepúsculo explica la dramatización de su caída y con la palabra exacta despierta vivo y glorioso. El símbolo es correcto y el maldito disparo de Belcebú impacta hora en contra del endemoniado que sufrirá cada noche su perturbación confusión por la voluntad del verbo hecho carne.

El telón de espejos sangrados y multicolores empieza a cerrarse con lentitud para siempre, y con el lente opacado por el sollozo, el artista cumple su misión en tiempo y forma, si dejar secreto bajo secreto o lo que sea, y con agua viva logra al final de su obra el sueño teatral de ángel unionista que vive en el Barrio Francisco Morazán.