(Fragmento)

Teorías alrededor de los bosques reportan hiatos crónicos a los nudos maternos. ¿Cómo se ven las válvulas ante un átomo de duda, a nueve autopistas aproximadamente, cerca de un astro unísono, ante el celaje de lo visible?

Arte de precipicios y alturas discontinuas en tus nuevas esperanzas. Asamblea de dirigentes que subrayan el cielo blindado, y acogen las imágenes folklóricas una vez al año. Colmados los meses de zozobra y sudor, desde las fábricas, millonésimas antípodas abdican por escorias.

Dios atrapado en los remotos cruceros que avista un mausoleo de hormigón. Es menester dejar las fronteras, levantar la huelga de los puertos. Aranceles, aduanas, todos ahuyentan las hojas de otoño, antes benditas en tus paseos.

Idiotez indecorosa signa el instinto pirograbado en tu memoria. Reías simulando tu pesimismo con sarcástico pudor. Fosforescente nudo enconado al corazón, a los pulmones y a la próstata.

Altamente contagiosa es la llegada del enfermo, del inútil, del que dimite a la obligatoria deuda. Cautelosa y ancha falda que seduce a la muerte cerebral, una súbita madrugada sobre la que nadan preguntas inmóviles.

Anunciando el ocaso, el resplandor de su comedia negra para cinco cuerdas. Los eclipses en pos de la duración al deseo. De repente olvide la pequeña resurrección de la carne y su acopio de intemperie, donde antiguos pescadores maldicen la luz y su mercado de peregrinos, ahí en algún exilio.

Pero ya no eras tú sino la oscuridad tuya dando vueltas al linaje del arrullo. Plagios y pliegues marchando a la Patagonia. El ojo expandido hacia la minúscula mancha solar. Qué ánfora en tierra. Copa bajo el avión y los paisajes desprendidos en marmórea encrucijada de vientos salpicando patrias. Qué materia es este fósil detrás del corte a ras de la baraja.

Catedrales oscuras reciben desenlaces en que otros deshielos adentran la respiración. Bosques de invierno más visiones de una neblina exhumada a los mares oscuros. Los papiros calcan un desierto inconcluso a tus vigilias. Experimentas la reconstrucción del clima y la ilusión acude desnuda y grave.

Salvajes coordenadas sumergen el sol en el descomunal tropo de un eucalipto. La radiación hospeda la casa de las mariposas intoxicando el esplendor del alba. Tiendas de batalla ejecutan supersticiones bajo el ámbar de las luciérnagas.

En una última variación, el reino se acerca atraviesa el campo y sella tus ojos con terribles promesas.

A qué molicie desgarra el enjambre, a quién reconstruye el teclado.

A qué mecánica supera esta penumbra, a cuál inmovilidad vencen las composiciones contra la corriente.

Los vientos nocturnos abrazan alborozados las partículas prematuras del cielo.

Oh la ciudad en que fabricas una clara geometría de luz ambarina. Arcaico y furtivo el fantasma diluye su tumba y cae en un sórdido reflejo. Postrado en la ciudad un estruendoso rumor se enciende mortalmente.

Habita como el arroyo tus costumbres y tus gestos el germen de lo inaudible. Extasiado ahora en la multiplicación de las aguas, donde sueña el plancton el gobierno y los insectos profanos alumbran la marcha de los parientes.

Deslumbrado, vigilas los estíos en tu comarca. Reintegrado al astro caído, lumbar y desolado. Recuerdas que nadie fue enclaustrado tan solo por el dolor. El músculo ya sabe triste su feraz pose.

 
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