Reflejo Espiritual

Songs_About_Fucking_by_mondojohn

Songs About Fucking | ~mondojohn

 En la pequeña ventana de la esperanza y la imaginación, pasan las efigies, que pusieron en el hombre nuevos y pasados momentos. Pasaron demonios, almas, ángeles y gobernantes que se miraron en el espejo-ventana de trapecio irregular.

Con mucho afán descifraron que en un objeto tan raro no te podes confiar: porque no es cualquier cosa en realidad, es peor que un sánscrito leído en el Taj Majat, o como ver tu rostro en aguas de reposo y al poco rato olvidar tu cara.

Se fundieron las imágenes en el transparente crisol de la vida, y en un abrir y cerrar de ojos se pringó la memoria, que se paseo por lugares solitarios, fechas, calles, dolor, mentira y muerte.

Este vacío lleno; antes de ser lo que es, había sido nada hecho por hombre, primitivo, sustancial y concepto, En pocas palabras planta, árbol de limón, frondosa especie de reino vegetal, que resulto ser en su infancia un crítico curativo del asma. La cosecha del mismo hacia las delicias de su hermano Marco y de toda la familia, competencia, juego, protección. El añoso árbol un día desapareció dejando un vacío en su santo corazón. Su abuela al llegar al ocaso de su vida construyó la ahora habitación, dormitorio y lugar de sosiego en donde ella se retiraba a rezar.

En la ventanilla  abierta de cristal una fugaz añoranza miró en el vidrio. “Es ella, la de siempre la de nunca olvidar, la desaparecida en el servicio militar”. Susurró al aire enrarecido.

Encendió la radio y se puso a leer el libro de las galimatías y sus errores.

“Como ha pasado el tiempo en mi ausencia”. Pronunció mirando el adusto cielo de Diciembre. Su regreso de España marcaba el inicio de algo que se iba, continuación, gloria y esplendor de algo espiritual que no se puede evitar, o por lo menos eso era lo que sentía, y o que lo hacía sentir mucho mejor. Centrado, reposado y con nuevos bríos para luchar. Por lo que tuviera que pelear. Y en un santiamén se echó a llorar.

Al poco rato se puso a escribir en el diario la cuita que lo inquietaba.

“Existen cosas pegajosas que nunca te dejan tranquilo, si no la sabes expresar artísticamente como por ejemplo el gran masturbador de Dalí, o imaginación de Lennon, machorratón o garabato. Y es que al usar ese método dependiendo de tu vocación, al terminar te sentís mejor, descargado, libre y en paz en el corazón”. Termino mascullando a la vez que marcaba el ritmo con el pie derecho al escuchar un viejo danzón de Celia Cruz en la emisora.

Miró al fuego crepuscular de la rueda vespertina, que se ocultaba en el techo de una casa vecina, absorbió el polvo en la atmósfera y se durmió mirando las estrellas y sus ennegrecidas bahías.

Con el círculo nuevo, de la aurora la casa se llenó de gente que ya había olvidado. Personas pulcras y anticuadas, esnobistas de los años veinte y del mil novecientos, que lo visitaban por ser día de todos los santos. Bailaban, conversaban y se peinaban en la ventana con forma de mapa. Pensando en blanco y negro pudo al fin mirar a Marriat sentada en la silla que estaba cerca del marco reflejo. La mujer de sus sueños y pesadillas, la morena que lo hizo feliz, una vez al mes y por cincuenta años; es decir la mayor cortesana de su puta vida. Estaba sana. “Mis problemas de salud terminaron en el nuevo lecho”. Le dijo sonriendo mientras se arrellanaba en su sitio”.

Tanayo se miró en el espejo de la ventana irregular. Estaba contento y se volvió a acostar en la imperial cama de madera, y libre de presiones escuchó las límpidas anécdotas, secretos, experiencias, travesuras y hasta aventuras que cada uno de ellos viven en donde nace el viento de las puertas del lugar de los muertos.