(fragmento)
Cuando despunta el Calendario todo nos remite a un mismo fin
presente y remoto, olvidadizo y festejado.
Entre conmemoración y abundancia
el último día nos ha de heredar una ración de desasosiego.
Día tras día giramos en la ruleta del tiempo,
vamos al azar de las decisiones personales
y es su vicio una necedad que perseguimos e intentamos
prolongar en casuales visitas al quirófano y al nutricionista;
aún cuando nos adsorba el tiempo, hemos de suplir,
con la manía de los objetos, el vacío espiritual
de los que no están aquí o que ya partieron de la morgue.
Van subiendo los nudos de horas hacia las gargantas
que no osan plantear su incomodidad,
van como yuntas hacia la habitación nupcial
en que nos caza la muerte.
A menudo el tiempo individual es el tiempo colectivo,
el que te has resignado a conllevar o compartir
con tu pareja y en reuniones anuales de sociedad.
Entonces se está donde no se quiere estar
y decimos lo que no hemos pensado decir
y la presencia del Otro no es una contigüidad elegida
e iniciamos lo que no consideramos iniciar:
se establece la comunión del diálogo,
correspondiendo a la cortesía de la palabra forzada.
Lo que antes estaba devaluado, ahora adquiere un valor
¡claro!, que tu bolsillo ya no respalda.
Pasado y presente siempre sólo aquí, en tu memoria senil.
¿Las vivencias y actos acumulados fueron la voluntad
consensuada o el precipicio en que acertamos
mediante la Sin-Razón?
Las experiencias, los obsequios. Tiempo definido para seres finitos.
Tiempo definido para seres inconformes.
Los recuerdos saltan como saltaría el bufón
sobre una plática seria. Las experiencias están allí,
aunque modificadas y apreciadas desde otra perspectiva
que la vejez permite. Los lamentos por lo que fue
y por lo que pudo ser, involucran a la memoria y la visión;
para desmontar los guiones ya representados de nuestras vidas
por otros que las burbujas erigen y proyectan en los sueños.
Todavía indelebles en su estructura, los detalles acuden
incluso con la misma secuencia primigenia, conti-
núan con un desarrollo fidedigno a su origen.
Raras veces las intenciones van acorde
con lo que sucedió. Excusas y reproches por lo mal empleado
se justifican y se niegan; acción y pensamiento,
orden y efecto, jamás son consecuentes a la retribución
del uno con el otro, porque el bienestar no es el mismo
para Dos; no es pleno para ti o no es prioritario para aquél.
Reducen el reposo y la tranquilidad,
los dones malogrados y desechados por el talento.
Las promesas y proyectos conforman una ilusión,
nunca presentes, pero actúan como debería actuar la verdad
de un hecho. Siempre prorrogable por un afán de corrección.
Mas ya estamos aquí, más allá del natalicio y la discordia,
lamentándonos por lo que fue. Una vida saturada
de posibilidades y contrapesos. De opciones elegidas y accidentes.
El pasado posible salta con frecuencia sobre el pasado real.